Cuando un niño o adolescente es diagnosticado de una enfermedad oncohematológica, tanto él como su familia experimentan un impacto que les altera la vida de manera muy significativa. Tendrán que convivir con una serie de cambios que les transformará su dinámica habitual: el entorno sanitario desconocido, el lenguaje complejo de los diferentes profesionales sanitarios, y sobre todo, el distanciamiento del entorno habitual de lo que, hasta ahora, era su día a día.
Ante esta nueva y estresante situación, aparte de los recursos propios para poder afrontarla, en muchos momentos habrá que plantear dudas, expresar emociones complejas, compartir miedos y/o angustias, en relación a todo lo que está pasando: cómo tratar el hijo/a enfermo; cómo manejar la información con el resto de hijos y familia; como vivir esta difícil experiencia con la pareja y como padres; qué papel debe tener la escuela o instituto, etc....